El líquido es uno de los estados en que se manifiesta la materia. El hombre tiene contacto cotidiano con diversas variedades de ellos. Aparecen como alimento, en el fenómeno lluvia-escorrentía, como combustibles, en el funcionamiento del propio cuerpo, o en toda clase de procesos industriales. Para su aprovechamiento se requiere almacenarlos o transportarlos. La comprensión y modelación de estos procesos encaja dentro de la mecánica de fluidos, una rama más especializada de la mecánica del medio continuo.
Las dificultades operativas inherentes a sistemas de muchas partículas requieren de otro tipo de idealización del cuerpo libre, llamado medio continuo y por tanto de una nueva especialización de la mecánica: la mecánica del medio continuo (o del medio deformable).
Es allí donde justamente comienza a hacerse necesario el cuarto principio, el cual se consolida en la mecánica de fluidos donde llega a ser imprescindible. La conservación de la masa se reduce a la del volumen en aquellas aplicaciones donde el fluido se comporta como incompresible. El principio se conoce, en consecuencia, como de la continuidad.
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